Wednesday, August 23, 2006


El decálogo de un educador
Por José María Escudero Fernández

"Cuando pienses que todos tus esfuerzos, desvelos y sacrificios por educar no dan ningún fruto, no desesperes.. ama"
Expresarás cada día tu amor al Único Maestro, a Jesús de Nazaret; le "plagiarás" sus palabras, sus sentimientos, su buen hacer, su predilección por los últimos
Deletrearás cada mañana el nombre de cada uno de tus muchachos, lo repetirás al mediodía y al atardecer, y por la noche cuando te acuestes presentarás al Señor cada una de sus vidas.
Usarás todos los medios que tengas a tu alcance para hacer de tu profesión una fiesta, en la que todos "tus comensales" acaben ebrios de Amor, de paz y de solidaridad.
Compensarás todos los sacrificios que hicieron tus padres por ti, regalándoles siempre que puedas enormes dosis de agradecimiento.
Alumbrarás la vida de tus muchachos, de todos y de cada uno de ellos, sabiendo que la negación de una palabra, de una sonrisa o de un consejo, pueden conducir a la muerte de una ilusión, un proyecto, un sueño una vida.
Renunciarás a todo tipo de egolatría; arrinconarás tus títulos y así evitarás cometer cualquier acto de pedantería. Tus éxitos serán los éxitos de tus muchachos; no olvidarás nunca que el Gran Maestro estableció su cátedra en una cruz.
Abrirás las puertas de tu corazón y las mantendrás de par en par, de modo que las personas que Tu Maestro ha puesto en tu camino, puedan entrar a sus anchas y hurtarte tu tiempo, tus consejos, tus capacidades.
Meditarás a menudo las palabras de Tu Maestro, a fin de que te conviertas en un acérrimo apóstol de la Verdad, luchando contra toda injusticia, desigualdad y mentira.
Aprenderás cada día nuevas cosas; no te cerrarás en la falsa idea de que ya lo sabes todo, arrojando de ti todo deseo de arrogancia, prepotencia y presunción.
Recuerda una y otra vez que al educar estás amando, y que la educación es una de las formas más bonitas y eficientes de amar a las personas.

Thursday, August 17, 2006


La debilidad y la fuerza
por Mamerto Menapace, publicado en Madera Verde, Editorial Patria Grande.

Una cosa es ser débiles, y otra no tener fuerzas. La vida nos va poniendo frente a situaciones que no esperábamos. El cansancio nos va entrando hasta muy hondo, a veces. Puede ser por culpa de las cosas inesperadas que continuamente nos sorprenden; o puede ser por lo cotidiano y constante que sabemos nos va a venir.
Y entonces nos sentimos débiles. Y precisamente entonces los demás empiezan a acudir a nosotros. Y no es porque los demás no se den cuenta de que también nosotros somos débiles. Al contrario. Pareciera justamente que porque nos sienten débiles, por eso vienen a nosotros. Y son los débiles los que vienen. Aquellos a los que les duele lo mismo que nos duele a nosotros. Vienen para pedirnos fuerzas, ánimo para seguir, sentido para entender su fracaso o su sufrimiento. Algo, en fin, que a ellos les parece que en nosotros nos ayuda a superar tan fácilmente, lo que a ellos los atora y desanima.
Nos damos cuenta de que la respuesta que buscan es la misma que estamos buscando. Lo que a ellos les duele, también nos duele; y en nosotros mismos.
Y allí nos sentimos profundamente necesitados de fuerza. Diría que hasta biológicamente nos sentimos débiles. Y a nuestra vez se nos presenta la necesidad de acudir a quien nos puede dar la fuerza necesaria, para nosotros y para los demás.
Si sólo creemos en los hombres, acudiremos a otro hombre y prolongaremos hasta el infinito ese pasaje de verdades prestadas, del que pide al que tiene que pedir. Podemos así construir una comunidad humana, de hombres débiles pero solidarios que nos prestamos mutuamente una fuerza de las que todos individualmente carecemos.
Y de repente, todo se puede derrumbar. Tendremos la triste experiencia de habernos estado transmitiendo un cheque sin fondo. Las fuerzas que nos íbamos transmitiendo carecían de respaldo. La cadena de eslabones unidos no estaba agarrada a nada. Todo el proceso que nosotros creíamos constructor de la comunidad era un tremendo embuste, porque estaba basado en una verdad sin fundamente. En una ideología, tal vez. No estábamos prestando un gesto muy coherente, pero vacío de contenido.
No podemos hacer - ni dejar que los otros hagan - un acto de fe ciega e infantil en un último e hipotético eslabón humano que creemos agarrado a lo firme. Porque ese eslabón también participa de nuestra misma debilidad y puede ser que no resista el peso en cadena de los demás.
Te invito a que juntos pensemos dos cosas:
Primero, que no tiene sentido luchar por la construcción de una comunidad si no tenemos fe en la fuerza de Dios, y en la seguridad de que El tiene ganas de darnos esa fuerza necesaria que viene de El.
Segundo: que a la vez que brindamos esa fuerza que no es nuestra porque la recibimos a través del hermano, no dejemos de buscarla directamente por nuestra cuenta en Dios. Si hacemos este doble esfuerzo recibiendo y a la vez buscando, estaremos unidos a los hermanos y a la vez agarrados a Dios que es el origen verdadero de toda la fuerza. Cada uno brindará a la comunidad la fuerza de la fuerza que le viene de Dios, y la que reciben del hermano. Cada uno se convertirá en minero de la fuerza de Dios, y no en un mero transmisor. Habrá así un aporte valioso, personal. Habrá algo de Dios a través suyo. Creo que cada uno tendría que extraer de Dios el doble de la fuerza que consume, a fin de que el sobrante pase a ser un bien de la comunidad.
De esta manera, siendo débiles, llegaremos a tener fuerza para nosotros mismos y para la comunidad de los hombres en la que cada uno tendrá su riqueza personal para comunicar. Como sucede con las brasas de la hoguera, donde cada uno aporta su calor personal y propio, a la vez que es sostenida e incentivada por el calor del fuego de las demás.

Guía de Trabajo Pastoral por Marcelo A. Murúa
Cuento
La debilidad y la fuerza, de Mamerto Menapace.Publicado en el libro Madera Verde , Editorial Patria Grande.
Lectura
Realizar la lectura del cuento en grupo. Es importante que todos los presentes tengan una copia del texto. Se pueden ir turnando dos o tres personas para leer el cuento en voz alta.
Rumiando el relato
Al terminar la lectura entre todo el grupo se reconstruye el relato en forma oral (se lo vuelve a contar).
¿De qué nos habla el relato?
¿Qué experiencia humana profunda comenta y comparte el autor?
¿Qué debilidad compartimos las personas en el camino de nuestra vida?
¿Adónde buscamos, frecuentemente, la fuerza para superarla?
¿Adónde propone él que la busquemos?
¿Cuál es la comparación que propone al final del texto? ¿Qué significa ser "minero" de la fuerza de Dios?
Descubriendo el mensaje
El cuento nos invita a reflexionar sobre la fuerza que viene de Dios, sostén de la vida personal y comunitaria.
¿Experimentamos en nuestra vida la debilidad que describe el autor?
¿En dónde buscamos la fuerza para seguir adelante?
¿Adónde está "anclada" nuestra familia, comunidad... nuestra propia persona...?
Compartir el texto de san Pablo, 2 Cor, 12, 9-10 y comentar qué relación tiene con el relato que compartimos.
Comparar la imagen del "minero" de la fuerza de Dios con la vocación y misión de un agente de pastoral, ¿en qué ilumina nuestro caminar esa propuesta? ¿cómo llevarla a la vida concreta?
¿Qué aprendemos para nuestra vida a partir del cuento?
Compromiso para la vida
Sintetizar en una frase el mensaje del cuento para nuestra vida.
Para terminar: la oración en común
Compartir oraciones espontáneas en común. A cada intención acompañar diciendo:
Señor, en nuestra debilidad encontramos tu fuerza.…

Terminar leyendo la oración.

En nuestra debilidadencontramos tu fuerza
Señor,el caminar de la vidanos va mostrandoque somos débilesy va desnudandonuestras limitaciones.
Ante el espejo de nuestra personanos descubrimospobres y necesitados...nos falta la fuerzaque la rutina y los problemasvan mellando y erosionandolenta y continuamente.
¿Adónde abrevar agua frescaque reponga nuestras fuerzas?¿Adónde asir nuestra manopara sentirnos firmes?¿Adónde encontrar el ánimoque nuestro espíritu?
En nuestra debilidadencontramos tu fuerza,Señor de la Vida.
Tú nos enseñasque reconocernos débileses camino de encuentrocon la fuerza que viene de Dios.Sólo cuando nos vacíamosy despojamos,cuando sentimos el vacíoy tomamos conciencia de nuestro límite,el Dios Bueno y Generosonos sostiene, alimenta,anima y renueva nuestras fuerzas.
Que nuestra vida esté unida a Tí,que te busquemos con ansíasy sin descanso,que nuestros ojos busquen tu mirada,y nuestras manos se estirenpara alcanzar tu apoyo,que tu Espíritu, Señor,nos de el coraje y la valentía,para seguir andando,y sobre todo,para compartir con los demás,compañeros del camino,la fuerza que abrevamos en Tí.
Unidos por una mano a Tí,buscando tu fuerzaa través de la oración,la Palabra,y la escucha atenta...unidos por la otra manoa los demás,compartiendo y convidandola fuerza que nos alimenta,tu presencia viva entre nosotros,caminando siempre a nuestro lado,sosteniendo nuestros esfuerzosy guiando nuestros pasos.
En nuestra debilidadasumida y presentadacomo ofrenda ante tus manos,está nuestra fuerza, Señor,que en realidad es tu fuerzaque encontramosal unir nuestras vidasa tu Proyecto.
- Que así sea -

Friday, August 11, 2006


Un decálogo imprescindible (para los padres)
Darío López Tejada, S.I., Alfa y Omega, 498, 11.V.2006

¿En qué hemos fallado los padres? La primera pregunta la hacen algunos padres que se encuentran en la triste situación que se describe. Qué pueden hacer ante los problemas a los que se enfrentan, se lo plantean no sólo ellos, sino también quienes no quieren incurrir en esos fallos y desean ayudar en sus proyectos cristianos a otras personas. Esa pregunta –¿en qué hemos fallado los padres?– se produce, en una familia de tradición cristiana, cuando los niños abandonan los sacramentos, se distancian de la Iglesia, su fe y su moralidad se desmoronan, se divorcian, se unen sin ningún tipo de vínculo o con vínculos falsos, se hunden en la droga y en el sexismo.No pocas veces, la responsabilidad no es de los padres, sino de los hijos y de cuantos favorecieron su deserción espiritual. Aunque, la mayoría de las veces, la responsabilidad se reparte entre padres, hijos, compañeros y educadores. Es grande la responsabilidad de aquellos padres que cerraron los ojos ante un mal sangrante y en auge. Ahora, abrumados por los efectos de la tragedia que ellos mismos provocaron, preguntan con angustia o sorpresa, y algunos responsabilizan a Dios. Quiero hacer llegar a esas personas un mensaje de esperanza cristiana, exigente y delicado, conciso y práctico: 1.«Si seguís en mi doctrina, conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres». Esa Verdad no es la mera sinceridad subjetiva, ni la simple verdad objetiva, sino Cristo. La libertad, al margen de la verdad objetiva y del amor verdadero, es fuente enfangada de libertinaje y de opresión.2.Muchas veces, se da en los padres una responsabilidad primera: la mediocridad de su fe, insuficientemente cultivada. La fe cristiana hay que estudiarla, rezarla, vivirla, irradiarla.3.La fe se transmite por contagio. Todo el tejido familiar debe estar impregnado por la presencia de Dios. Si no, la ruina espiritual se cierne sobre esa familia. Muchos padres se alarman ante una pequeña enfermedad de sus hijos, mientras se despreocupan de su salud espiritual. ¿Cuántos pedirían para sus hijos lo que otros pidieron y piden: Antes muertos que manchados?4.Muchos padres se desentienden de sus deberes fundamentales para con sus hijos, en las diversas etapas de su vida: explicarles el Catecismo, introducirlos en una oración frecuente y sentida, preparar la Liturgia, invitarlos con el ejemplo y la palabra, a recibir los Sacramentos, visitar a Jesús y a María, elegir unas imágenes religiosas que presidan la vida de la familia, leer y comentar con ellos la Palabra de Dios, aficionarlos a los libros buenos y variados, no envenenarse y envenenarles con periódicos laicistas y apoyando partidos anticristianos.5.Los padres han de conquistar el amor de sus hijos no con permisiones, sino con una entrega sincera, que busca no tanto agradar como hacer el bien; respetándolos, compartiendo sus intereses y preocupaciones, haciéndoles atractiva la vida familiar… Sin aislarlos; pero cuidando sus amistades y diversiones… 6.Deben facilitarles su incorporación progresiva a grupos cristianos de plena garantía –selectos y abiertos, aunque no exclusivistas–, donde juntos cultiven su fe, se diviertan, hagan apostolado, ejerciten la caridad, experimenten la llamada a la santidad y disciernan su vocación personal.7.Los padres deben educar en y para el diálogo. Han de dedicar tiempo a sus hijos, darles pruebas de su amor, escucharlos con atención, respetarlos, comprenderlos… Pero sin hacer dejación de su legítima autoridad. Con palabras de verdad, aliento y alabanza sincera, pero también de advertencia clara y de reproche justo y cariñoso.8.A los hijos hay que prepararlos para que vayan formando criterios verdaderos y firmes, y puedan librarse de los engaños y seducciones del mundo y rechazar el consumismo, libertinaje, desapego de la familia, vida nocturna, diversiones incontroladas, abuso de la televisión…9.Hay que educar a los hijos desde muy pequeños, para que adquieran hábitos sanos en todos los aspectos de la vida. Educar no es domesticar, sino ayudar a buscar y vivir la verdad y el bien, el amor y la belleza integral, la excelencia.10.Y cuando los hijos van creciendo, hay que proporcionarles criterios para que sepan estar y actuar cristianamente ante la vida eclesial, política y social. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia, junto con el Catecismo de la Iglesia católica, y con su Compendio, deberían ser consultados constantemente por los cristianos.

Thursday, August 03, 2006



HISTORIAS CREADAS PARA UTILIZARLAS EN REUNIONES DE APODERADOS. O CONSEJOS DE CURSO.


ESTAS HISTORIAS SON UN APORTE A LAS REUNIONES DE APODERADOS Y CONSEJOS DE CURSO, AMBAS INSTANCIAS DE PARTICIPACIÓN MAL O POCO UTILIZADAS ACTUALMENTE CON FINES EDUCATIVOS.
(Un Material creado por el Profesor Ricardo Villalobos Rojas. En la red de Maestros Chile).
HISTORIA 1

LOS HOMBRES NO ANDAMOS CON BESITOS...

“Juanito, es un niño muy amistoso y cariñoso, expresa con facilidad lo que siente, alegría, tristeza, afecto, etc. Es un niño alegre por naturaleza”.

Esta semana se observa algo retraído y menos afectivo con sus amigos y profesor; al parecer le afectó el rechazo de su padre, cuando –el se acercó a saludarlo con un beso, como siempre lo hacía. El papá le dijo:

LOS HOMBRES NO ANDAMOS CON BESITOS ENTRE NOSOTROS Y YA ESTÁS BIEN GRANDECITO.

Juanito piensa que el papá lo dejó de querer.




PREGUNTA: ANALICE LA ACTITUD DEL PADRE.
¿Los hombres deben limitar sus expresiones de afecto?


HISTORIA 2
PARA PRIMERO O SEGUNDO


CONOCIENDO SU CUERPO.


“La señora María se caracteriza por ser una madre muy preocupada y afectiva con sus hijos, nunca les castiga físicamente, excepto en una ocasión que observó a su hijo de siete años, tocándose sus órganos sexuales mientras se bañaba; ella fuera de control, castigo duramente a su hijo, prometiéndole que si lo sorprendía nuevamente le quemaría las manos.”



PREGUNTA: Analiza grupalmente.

¿Tiene razón para enojarse tanto la Sra. María?


¿Qué habrían hecho ustedes?



HISTORIA 2º AÑO BÁSICO

UNA NIÑA NO MUY FEMENINA.


Ana María de 7 años corre de un lado a otro de manera incansable, parece que su energía es fuente inagotable, se cae,... se para,... se ensucia,... se limpia; empuja y pelea, es un verdadero torbellino.

Su mamá es una mujer atractiva y preocupada de su imagen, es femenina y muy delicada. Se contrapone a Ana María que revolotea por todos los rincones de manera muy poco femenina. Su madre, sufre tremendamente... ella que solo quería dar a luz una niñita para darle los cuidados y formarle actitudes propias de una mujercita, pero... nada más lejano, la mamá le manifiesta la inquietud a su esposo y no le da importancia, dice que “ya crecerá y se preocupará de ser toda una mujer”. La mamá le plantea el caso a su profesor y tampoco acoge de buena manera su desazón... ya no haya que hacer.



¿Qué mensajes le darían a la mamá?

¿Cuál debería ser la actitud del profesor?

HISTORIA 3º AÑO BÁSICO
ACERCA DE LOS PEQUEÑOS HURTOS
.


En la sala se están perdiendo cosas, reclaman los apoderados, los niños y niñas denuncian sistemáticamente perdidas de lápices, gomas, colaciones y otros. Los niños y niñas del curso se defienden, señalando que todos salen a recreo y que ellos que muchos dejan todo botado, mochilas y estuches abiertas, cuadernos en el suelo, etc.
El profesor conversa con el curso y junto con tomar medidas como poner candado, exigir que al momento del recreo los alumnos y alumnas ordenen y cierren sus mochilas; el manifiesta su preocupación porque las cosas extraviadas llegan a las casas de quienes se la llevarán y ahí está el problema; o en las casas se les permite llegar con objetos que no son de ellos o no revisan las mochilas diariamente.
Esto lo planteará en reunión de apoderados, aunque está un poco nervioso, ya que no sabe que reacción tendrán los apoderados y apoderadas.




1. ¿Cuál cree usted que será la reacción de los apoderados y apoderadas?



2. ¿Qué otras sugerencias les daría al curso, para abordar el tema?